Es el cuarto día desde que decidí romper nuestra relación. Esto no está mejorando. Durante el día me siento dos personas diferentes, la positiva que ve esta experiencia como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento, con probabilidades de equivocarme sin que eso afecte a los demás, sobretodo que no te afecte a ti. Otras veces soy solamente el lado negativo, me la paso pensando en lo que pude haber dicho y hecho, me culpo de esta infelicidad y amargura que siento, por no poder hacer más cosas o cambiar mis patrones de pensamiento a tiempo. Dependiendo de la hora le hago caso a una o a la otra.
Pero en mis sueños estas tú, están todos los sentimientos que tengo para ti y es ahí donde me quiebro, puedo estar dormida y no descansar, es ahí donde me pesa más la decisión de no estar contigo. Me despierto con amargura, no sólo en la boca sino en el alma, me siento vacía y me dan ganas de llorar.
Estos días mi rutina es la misma, me levanto de lo amargo de mis sueños y me trato de convencer de que esto es lo mejor, salgo a correr y se me vienen todos los recuerdos de las cosas que pasamos juntos, a veces llego a un punto de extrañarte y lamentarme que simplemente me quedo sin aliento y me tengo que parar y sostenerme un momento en cualquier lugar, siento como las lágrimas me quieren inundar los ojos y me obligo a seguir corriendo, no quiero que salgan.
Me paso las horas del trabajo teniendo conversaciones ficticias contigo, extraño tus comentarios matutinos y vespertinos, imagino que te cuento esta situación y que me contestas sinceramente, como siempre lo hiciste. No me puedo concentrar por más de 10 minutos en lo que hago.
En mis alucinaciones estas tú, diciéndome que me amas y que no importa que no te pueda prometer nada en este instante, que puedes ser fuerte siempre y cuando estés conmigo, que podemos resolver las cosas, sólo es cuestión de encontrar la manera adecuada de encajar, sin que yo te lastime y sin que tú me lastimes. Me alegro por un momento hasta que me doy cuenta de que estoy fantaseando con finales felices de nuevo. Maldigo mi imaginación.
Otras veces me la paso regañándome a mí misma, de porque sigo pensando esto, que debo estar firme en lo que pienso y en lo que decidí, que las cosas pasan por algo, y de eso paso inmediatamente a un estado de esperanza creyendo en la frase “déjalo ir, si vuelve es porque es tuyo…” y me detengo, no quiero pensar en el “si no”. Me aterra pensar que no será así.
Me llega la pregunta a la mente de que es lo que tengo que hacer con esto que siento por ti. Definitivamente no quiero olvidarlo ni dejarlo pasar, no tengo razones para convertirlo en algo perverso o destructivo como el odio, no lo puedo seguir alimentando si no estoy contigo. Si me lo guardo y lo mantengo tal cual hasta ver si el futuro nos sonríe y podemos estar juntos de nuevo, me va a doler cuando no sea así. En eso aún no me decido.
Le voy a dedicar 30 días a escribir sobre este amor, estos pensamientos y estas decisiones, espero que al final de los 30 días todo sea un poco más claro y menos caótico, que tenga más control de mi vida o que al menos me ayude a sentirme más desahogada.
Te amo, quiero pasar mis días y mis noches contigo pero no sé cómo, soy un choque de trenes en cuanto a mis emociones y traumas del pasado, me cuesta superar esas cosas y no confío en que seas lo suficientemente fuerte para aguantarlo, eso es lo que me falto, confiar en que tu podrías amarme a pesar de mis errores. Como me hubiera gustado de que me convencieras de lo contrario, de que eras el más fuerte de todo el mundo y que a pesar de mis tormentas siempre encontraríamos días soleados.
Me retiro a seguir con mi rutina de alucinaciones y conversaciones falsas contigo. Te extraño. Hasta mañana.
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