lunes, marzo 23, 2015

Carta a una madre histerica II

Querida madre:

Ya va a ser un mes desde que me corriste de la casa. Desde entonces sólo me has mandado un mensaje de texto preguntándome por las llaves, que las quieres de regreso. Gracias por hacerme saber cuan preocupada éstas por mí, cuanto te interesa mi bienestar y sobre todo, cuan angustiada estas por encontrar una solución a nuestra discusión, se nota que sacarme a golpes de la casa fue la mejor solución que se te ocurrió y que estas a gusto con ella.

Hace un mes murió la gata, la que pensé que considerabas de la familia, supongo que los 15 años que estuvo con nosotros no fueron suficientes para que la consideraras una más de nosotras, tus hijas, tu sangre. Al final de cuentas fue sólo un saco de carne y huesos para ti, un problema del cuál te liberarías con su muerte. Ya eres libre de ella.

Murió antes de tiempo, de una enfermedad tratable, con la que no querías involucrarte, no se si lo sepas, pero arrojar a un ser vivo al frío y la lluvia en ese estado no es tratamiento adecuado, y el que seas alérgica según los estudios médicos no justifica tu falta de humanidad.

Si, te sentías mal, pero convertiste la atención que trate de darle a la gata en un ataque hacia tu persona, a tal punto de pensar que si me importaba el animal estaba abandonando mi cariño por ti.

Aún estoy incrédula ante esa respuesta tuya de ponerte celosa de la gata, de tu forma inhumana de acción, de tus reacciones y falta de control de las emociones, de tu forma explosiva de lidiar con cualquier situación. No puedo creer que a pesar de todas las cosas que hemos pasado en estos años, aún pienses que los golpes son la respuesta adecuada, que con cachetadas y sangoloteos vas a lograr que entienda tu punto de vista, que tus amenazas e intenciones de golpearme con lo primero que encuentres van a hacer que la relación entre nosotros se fortalezca.

Estoy decepcionada de ti, que a pesar del paso del tiempo sigues siendo la misma niña malcriada que no sabe tratar consigo misma y con las personas a su alrededor, peor aún, que no has hecho ni un sólo intento por mejorar esa situación, no te has esforzado por mejorar como persona, por superarte.

Al día de hoy me siento abandonada por ti.

Pero también me siento liberada.

Gracias a esta experiencia aprendí que no quiero ser como tú, quiero aprender a estar con las personas, quiero tener las herramientas para resolver problemas interpersonales, quiero saber comunicarme con mis seres queridos sin dañarlos y dañarme a mi en el proceso. Quiero saber como interactuar con otro ser humano sin representar una amenaza a su salud física o emocional. Quiero cambiar el patrón que me has enseñado.

Porque no es normal que tus seres queridos se traguen cada insulto y cada golpe que les mandes, no es normal que no te disculpes y no reconozcas tus errores, y que quieras seguir la vida como si no hubieras amenazado de muerte a alguien. No es normal y no lo voy a seguir aguantando, ni de ti, ni de nadie más. Porque merezco respeto, si tu no me lo das por ser tu hija, yo me lo daré por el simple hecho de que soy una persona.

Espero que ser lo suficientemente fuerte para enfrentarte y perdonarte, ojalá puedas aprender tú también algo de esta discusión. Que mi decisión de no volver a la interacción abusiva contigo te ayude a ver todo lo que puedes perder si sigues así, que te den ganas de superarte. Aunque lo dudo mucho.

Te quiero, pero a veces me hace mejor que no lo sepas, así no lo podrás utilizar en mi contra.

Hoy no tengo un lugar fijo para vivir y ya no cuento contigo como mi familia, y me alegro.

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